Las guerras son las peores enfermedades del
ser humano y las siniestras contiendas que enfrentan a padres, hermanos, hijos
o gentes de un mismo país. En la Guerra
Civil española el crimen sin freno fue la mejor forma de saldar deudas,
envidias y viejas rencillas y, por
supuesto de acabar con el enemigo político. España se convirtió en un magnifico
campo de prueba para evaluar el rendimiento de nuevos armamentos y tácticas
militares para la futura contienda mundial. La Guerra Civil española marca el
primer antecedente de la II Guerra Mundial, el fin de una época bélica y el comienzo
de las guerras modernas.
Voluntarios de más de 20
países vinieron a luchar en una guerra que no era la suya, bien por ideales o
como soldados a sueldo. Éstos son conocidas como las brigadas internacionales.
Hombres de todo el mundo vinieron a España a combatir por los españoles y por
ellos mismos. Fue la lucha contra el fascismo que comenzó a inundar Europa.
La inestabilidad social
que reinaba en España durante 1936 tras el triunfo electoral de la coalición de
partidos de izquierdas denominada Frente Popular era latente en la sociedad.
Pistoleros, huelgas y una derecha decidida a recuperar el poder eran el caldo
de cultivo perfecto para una Guerra Civil. Una serie de generales comenzaron a
conspirar en la sombra, entre ellos destacaban tres grandes figuras, Emilio
Mola, quien llevó el peso organizativo del futuro golpe, el exiliado general
Sanjurjo, que se encargaría de presidir la Junta Nacional de Defensa y
Francisco Franco, quien finalmente se haría con los mandos del bando sublevado.
El asesinato de José
Calvo Sotelo, un afamado político de derechas el 14 de Julio de 1936 hizo que
los sectores conservadores más reacios al golpe militar como pueden ser los
carlistas y los seguidores del CEDA, decidiesen participar directamente en él. Por
tanto, los sublevados, seguros ya de su fuerza, decidieron llevar a cabo el
golpe de forma inminente.
El 18 de julio de 1936
constituye la fecha oficial del inicio de la Guerra Civil, en gran medida
percibida como inevitable tanto por partidarios de la República como de los
sublevados. El viernes 17 de julio se inicia el levantamiento en el Norte de África
y el 18 se extiende a la Península.
En los primeros días de
la sublevación muere el General Sanjurjo en un accidente aéreo, quedando el
mando del bando sublevado en manos de Francisco Franco y Emilio Mola.
Fases de la
Guerra:
Julio de
1936 - marzo de 1937
El cruce del estrecho por las tropas sublevadas fue decisivo para
consolidar posiciones en Andalucía y
dominar en pocas semanas Extremadura.
La toma de Madrid era
una prioridad absoluta para los insurgentes. El plan consistía en una
confluencia de las tropas del general Mola (llegadas desde el Norte) y las de
Franco (desde el Sur).
Pero las tropas de Mola fueron frenadas en Somosierra y Franco
prefirió desviarse hacia Toledo,
donde el Alcázar resistía desde la sublevación, sitiado por fuerzas
republicanas. La liberación del Alcázar fue
un éxito propagandístico (y personal) de Franco, pero se perdió un tiempo
decisivo para conquistar Madrid.
Al reanudar la ofensiva
en noviembre, se encontró con una resistencia tenaz. El Gobierno republicano
fue evacuado a Valencia y se creó una Junta de Defensa de Madrid. El intento
franquista de conquistar Madrid por el río Jarama (febrero de 1937) también fracasó. Los republicanos
obtuvieron una resonante victoria en Guadalajara,
pero apenas la aprovecharon.
Durante este periodo, las ciudades de San Sebastián, Irún y Málaga fueron ocupadas por las
tropas sublevadas.
Abril -
octubre de 1937
Ante la resistencia de Madrid, el ejército franquista dirigió sus
objetivos hacia Asturias, Cantabria y Vizcaya. Se trataba de zonas de gran
valor económico por su riqueza siderometalúrgica y minera. La ofensiva fue
iniciada por Mola en marzo de 1937. En este frente, la Legión Cóndor alemana
bombardeó la localidad vizcaína de Guernica el
26 de abril. En junio las tropas franquistas tomaron Bilbao y suprimieron la autonomía
vasca.
Con el fin de dispersar las fuerzas franquistas, el ejército
republicano inició las contraofensivas de Brunete (en las cercanías de Madrid) y Belchite (en Aragón).
En agosto de 1937 los franquistas -con presencia destacada de tropas
italianas- tomaron la ciudad de Santander.
Y en octubre ocuparon Asturias,
donde Oviedo resistió desde el inicio de la sublevación.
Octubre de
1937 - 1 de abril de 1939
A finales de 1937 la zona republicana estaba reducida a la franja
oriental de España.
En diciembre de 1937, el ejército republicano tomó la iniciativa y
conquistó la ciudad de Teruel.
Franco la reconquistó en febrero de 1938 y avanzó hasta llegar al Mediterráneo
en Vinaroz (Castellón), partiendo en dos la zona republicana. En abril de 1938
las tropas franquistas ocuparon Lérida y el Estatuto de Cataluña fue derogado.
La respuesta republicana consistió en cruzar por sorpresa el río Ebro
en julio. Comenzó así la batalla
del Ebro, el episodio más sangriento de la guerra por el número de bajas
y la dureza de los combates. En noviembre, los republicanos se veían obligados
a cruzar el río en sentido contrario.
En diciembre de 1938, Franco inició la ofensiva contra Cataluña. En
enero de 1939 era ocupada Barcelona y
se producía un enorme éxodo hacia Francia. Unos 120 mil hombres llegaron a la
frontera francesa, a los que el gobierno francés ordena dejar las armas si
quieren entrar. Unos 50 mil soldados fueorn apresados por los nacionales.
El 5 de marzo de 1939, el
coronel Casado, un eterno insatisfecho que desde mayo de 1938 era comandante
del ejército republicano, lanzo un golpe militar contra el Gobierno de Juan
Negrín. Irónicamente, así provocó que el final de la Guerra Civil española
fuese casi idéntico al comienzo. Como habían hecho Mola, Franco y los demás
conspiradores de 1936, Casado dirigió a una parte del ejército republicano en
una revuelta contra su gobierno. Aseguraba, como habían hecho los anteriores, y
también sin fundamento alguno, que el gobierno de Negrín era una marioneta del
Partido Comunista y que se avecinaba un golpe de Estado inminente para instaurar una dictadura
comunista.
El problema no era solo la traición del alto mando de los ejércitos de
la zona centro-sur. También estaba la cuestión de las crecientes diferencias
logísticas entre ambos bandos. La superioridad de los franquistas en cuanto a
tanques, artillería, cobertura aérea y ametralladoras era abrumadora.
Mientras tanto Negrín intentaba mantener desesperadamente un esfuerzo
bélico con la esperanza, no de la victoria, sino de un acuerdo de paz honorable.
En palabras de Juan Negrín “La paz
negociada siempre; la rendición sin condiciones para que fusilen a medio millón
de españoles, eso nunca”.
Ernest Hemingway resumía la postura de Negrín de este modo: “En una guerra nunca puedes reconocer, ni
siquiera a ti mismo, que todo está perdido, te machacan. Aquel que esta siendo
machacado y se niega a reconocerlo y sigue luchando por más tiempo, gana todas
las batallas definitivas; a menos, por supuesto, que lo maten, se muera de
hambre o se vea privado de armas o traicionado. Todas estas cosas le ocurrieron
al pueblo español. Muchos murieron, sucumbieron al hambre o fueron privados de
armas o traicionados”.
Tras la sublevación de
Casado se produce un fortísimo enfrentamiento entre las mismas fuerzas
republicanas, el control de Madrid es tomado por la nueva institución, y se
inician unas acciones con el Gobierno de Burgos tendientes a lograr un acuerdo
de paz. El 26 de marzo tras el fracaso de las gestiones, cae la ciudad y el
Gobierno republicano ve caer una tras otra las últimas capitales de provincia,
que todavía mantenía bajo control. Estas fueron: Almería, Ciudad Real, Jaén,
Albacete y Cuenca el 29 de marzo. Mientras que le siguen el 30 de marzo: Alicante
y Valencia, y el 31 de marzo Murcia.
El 1 de Abril de 1939 tras la toma de Alicante, último
bastión republicano, la radio trasmitía un anuncio, el último parte de la
Guerra Civil Española: "En
el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas
nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1
de abril de 1939, año de la victoria. El Generalísimo. Fdo. Francisco
Franco Bahamonde".
Franco había demostrado,
tanto por la naturaleza de su lenta estrategia militar como por sus numerosas
declaraciones en público y en privado, que estaba haciendo una inversión del
terror. Desde que a principios de abril de 1939 tuvo a España entera en sus manos,
la guerra contra la República iba a prolongarse por otros medios; no en los
frentes de batallas, sino en los tribunales militares, las cárceles, los campos
de concentración, los batallones de trabajos, e incluso entre los exiliados.
El 28 de julio de 1936,
en Burgos, la Junta de Defensa Nacional había declarado el Estado de guerra en
todo el territorio español, estuviera o no ocupado por los rebeldes. El decreto
proclamaba la determinación de la Junta para castigar a todo aquel que, “cegado
por un sectarismo incomprensible, cometiera acciones u omisiones que acusaren
perjuicio a los fines que persigue este Movimiento redentor de nuestra Patria”.
Cualquier infracción de ese tipo sería considerada un delito de rebelión
militar y, por tanto, quedaría sujeta a la justicia militar; de hecho, el texto
imponía procedimientos judiciales extraordinarios, según los cuales el acusado
se enfrentaría a un Consejo de Guerra Sumario. La defensa de la República
constituía una sublevación armada. Por añadidura, todas las actividades
políticas a favor de los partidos de izquierda o los sindicatos desde el
comienzo de octubre de 1934 se considerarían retroactivamente actos de adhesión
a la rebelión militar, por haber contribuido a los desordenes que, según el
bando vencedor, había provocado la toma de poder por parte del ejército. El
ministro de la Gobernación de Franco, Ramón Serrano Suñer, la calificaría a
posteriori de ser “la justicia al revés”.
Se abrieron cientos de
miles de expedientes, entre ellos las causas contra Negrín, Azaña, Largo
Caballero, Dolores Ibárruri y muchos otros republicanos en el exilio. Con el
9,5 % de la población pendiente de juicio, el Tribunal se desmoronó bajo el
peso de su propia ambición.
Las cárceles
provinciales multiplicaban por diez y quince veces su capacidad, las espantosas
condiciones que resultaban de la masificación, la enfermedad y la malnutrición,
las llevaron a convertirse en verdaderos “cementerios para vivos”.
Con frecuencia se
detenía a las mujeres de la familia cuando las autoridades no daban con los
hombres. El sufrimiento de las mujeres en las cárceles tuvo dimensiones
desconocidas para la población carcelaria masculina. Entre las detenidas había
embarazadas o madres que ingresaban con sus hijos si éstos eran menores de tres
años. La violación era una práctica frecuente en los interrogatorios y en la
cárcel. Se administraban palizas brutales, a menudo también a embarazadas, pero
las torturas infligidas a las mujeres solían ser más refinadas. Entre otros métodos
estaban las descargas eléctricas en los pezones, los genitales y las orejas. A
las mujeres acusadas de adherirse a la rebelión se les imponían la pena de
muerte o condenas de cárcel. Otros castigos menores consistieron en el rapado
de la cabeza y la purga con aceite de ricino.
El 5 de agosto de 1939,
56 prisioneros fueron ejecutados en Madrid, entre ellos un chico de catorce
años y 13 mujeres, varias de ellas menores de veintiún años, y que con el
tiempo se conocerían como las “Trece Rosas”, un símbolo de la crueldad del
régimen de Franco.
Es difícil establecer
con exactitud cuántos muertos causó la represión franquista en España. Sin embargo, la paulatina apertura de algunos
archivos, sobre todo militares, ha permitido que el trabajo de los
historiadores haya avanzado mucho en los últimos años en acotar esta cifra. Se
estima que de las 500.000 víctimas que tuvo la Guerra Civil española, murieron
aproximadamente 200.000 personas en actos de represalia, campos de
concentración y trabajo y cárceles.
Bibliografía
CASAL, X. (2010): “La
semana más sangrienta”. Clio historia.
N. 117.
PRESTON, P. (2011): El holocausto español, Navarra.
PRESTON, P. (2014): El final de la guerra. La última puñalada a
la República.
Recursos
electrónicos
Documental: Gran historia de la Guerra Civil española.
Episodios 1, 2 y 11.
Aguas Santas Barrada
Rodríguez
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