domingo, 8 de marzo de 2015

LOS ATENTADOS DEL 11 M

Antecedentes
El día 11 M de 2004 se produjo en Madrid (España) un atentado terrorista que estremeció a todo un país y provoco la ira e indignación de sus ciudadanos. Este artículo pretende desde el respeto y la seriedad metodológica hacer un análisis de lo ocurrido aquel fatídico día, siendo fieles a la verdad.



Los antecedentes a estos hechos debemos buscarlos, en el atentado ocurrido en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, cuando unos terroristas utilizaron cuatro aviones para atentar contra las Torres Gemelas, el Pentágono y el Capitolio o la Casa Blanca,  aunque las acciones de resistencia de los pasajeros del vuelo United 93, que se dirigía hacia uno de estos dos últimos blancos, hizo que cayese sobre unos campos de Pensilvania y no impactara contra su objetivo. En 2001, los europeos demostraron unívocamente su apoyo a EEUU y a su población, apoyo que se extendió a la intervención (respaldada por la ONU) en Afganistán.
A partir de aquí, el amplio y binario dogma antiterrorista de la administración Bush, extendido a una variedad de situaciones y países. Hasta que en 2003, se produjo la invasión y ocupación de Irak por parte de tropas norteamericanas y británicas. Esto provocó un rechazo internacional casi unánime, ya que el presidente español, José María Aznar, en contra de la mayoritaria opinión pública del país, apoyó esta invasión enviando tropas españolas para ayudar al control del país.

Los atentados del 11-S, decididos y financiados por los dirigentes de Al Qaeda, fueron perpetrados por un elenco de individuos de ideología yihadista, en su mayoría de nacionalidad saudí, cuyo cabecilla era el estudiante universitario egipcio Mohamed Atta. Éste, siguiendo las órdenes que recibió de Osama Bin Laden en Afganistán, formó en Hamburgo una célula de aquella estructura terrorista. Tras lo sucedido en Nueva York y Washington, el rastreo de los contactos telefónicos por parte de los servicios de inteligencia puso de manifiesto que esa célula estaba en relación con la que igualmente Al Qaeda había conseguido articular en España hacia mediados de la década de los noventa, aglutinando, sobre todo, a individuos de origen sirio y marroquí. Más aún, el propio Atta y algún otro destacado implicado en los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, estuvieron en nuestro país, en Madrid y Tarragona, concretamente, semanas antes, para ultimar detalles e informar a la cúpula de Al Qaeda de los pormenores de la operación.

     Tanto en Estados Unidos como en España, la amenaza se infravaloró con anterioridad. Una vez puestas en evidencia las conexiones entre Mohamed Atta, jefe de la célula de Al Qaeda en Alemania y Abu Dahdah, su homólogo en la de España, se solicitó una autorización judicial que permitió a la policía, en noviembre de 2001, desmantelar esta última casi en su totalidad. Casi, porque algunos integrantes de ese núcleo yihadista, pese a haber sido investigados aquí y en otros países circundantes, no fueron detenidos a pesar de que desempeñaron papeles operativos fundamentales en el 11-M: Serhane ben Abdelmajid Fakhet —El Tunecino—, Said Berraj y Jamal Zougam. Los tres se incorporaron a una red, la del 11-M, que se desarrolló con el concurso de responsables del Grupo Islámico Combatiente Marroquí y del Grupo Islámico Combatiente Libio. Sin olvidar que Amer el Azizi, antiguo prominente miembro de la célula de Al Qaeda en España, que escapó, había tenido una relación muy estrecha con aquellos tres y se comunicaba por Internet con, al menos, uno de ellos en los meses previos a los atentados de Madrid, cuando era adjunto al mando de Al Qaeda para operaciones en territorio europeo.

El propósito declarado de los atentados en Nueva York y Washington, sobre la base de un odio a Estados Unidos, fue provocar que se implicara en una contienda, como resultado de la cual abandonase Oriente Próximo. Es obvio que Al Qaeda no se había salido con la suya, aunque la invasión de Irak en 2003 y el modo en que las autoridades norteamericanas condujeron la situación estuvieron a punto, en torno a 2006, de ofrecer a los yihadistas un amplio dominio a partir del cual emprender iniciativas de consecuencias imprevisibles en la región. Sobre la base de una animadversión hacia España, los atentados de Madrid fueron utilizados para forzar al Gobierno, entonces del PP, a retirar las tropas españolas de Afganistán e Irak.

Atentados
España vivió a solo tres días de unas elecciones generales, el peor atentado de su historia. Una célula islamista colocó a primera hora de la mañana 13 artefactos explosivos en cuatro trenes de cercanías de Madrid. Estallaron diez de las bombas en la estación de Atocha, frente a la calle Téllez, El Pozo y Santa Eugenia entre las 7.37 y las 7.40 horas. Siete de los terroristas que pusieron las bombas se inmolaron semanas después, el 3 de abril, en un piso de Leganés, matando a un GEO, la víctima 192 del 11M.



La sentencia del juicio celebrado posteriormente relata que los siete suicidas de Leganés, entre los que se encontraban Jamal Ahmidan, El Chino, y Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet, El Tunecino, junto a los dos condenados a 42.922 años de prisión como autores materiales, Jamal Zougam y Othman El Ganoaui, y otra persona que no ha sido identificada colocaron las “13 mochilas o bolsas cargadas de explosivos temporizados para que explosionaran simultáneamente”.



Dos de los tres artefactos que no estallaron se detonaron de forma controlada en la estación de Atocha y de El Pozo. La tercera bomba, procedente también de este último punto, fue encontrada en la madrugada del 12 de marzo en la comisaría de Vallecas y desactivada en un parque cercano. La conocida mochila de Vallecas fue clave para determinar qué explosivo usaron los terroristas y llegar hasta Zougam, que fue detenido el sábado 13 de marzo. Las tarjetas de móvil de las bombas salieron de su locutorio. 



La sentencia considera probado que “toda o gran parte de la dinamita de los artefactos que explosionaron en los trenes el día 11 de marzo” procedía de Mina Conchita.



El Gobierno sostuvo en los días posteriores al atentado que la principal hipótesis era la autoría de ETA. El mismo día 11 de marzo se localizó la furgoneta Kangoo en la que se desplazaron los terroristas hasta Alcalá de Henares. Acebes informó de que se habían encontrado siete detonadores y una cinta con versículos del Corán dentro de este vehículo.

Ya en la madrugada del sábado al domingo  el ministro Acebes informa que se había localizado cerca del tanatorio de la M-30 una cinta en la que un supuesto portavoz de Al Qaeda reivindica los atentados del 11M.

La sentencia se conoció el 31 de octubre de ese mismo año. La Audiencia condenó a tres de  los procesados como autores de los asesinatos (Jamal Zougam, Othman el Gnaoui y Suárez Trashorras); absolvió a Rabei Osman, El Egipcio, al no hallar pruebas de que ordenara los atentados y haber sido condenado ya por terrorismo en Italia; y a los otros dos acusados considerados autores intelectuales por la Fiscalía, Youssef Belhadj y Hassan el Haski, los impuso una pena de 12 y 14 años, respectivamente por pertenecer a un grupo terrorista.



El Tribunal Supremo confirmó en su sentencia del 17 de julio de 2008 la autoría yihadista de los atentados, aunque rebajó algunas penas, absolvió a cuatro de los condenados por la Audiencia por pertenencia a grupo terrorista y condenó por tráfico de explosivos a uno de los absueltos en primera instancia, Antonio Toro.

Consecuencias
El 11 de marzo de 2004 pasará a la historia como el día en que el terrorismo de Al-Qaeda irrumpió violentamente en España y en Europa Occidental. Hasta esa fecha la red terrorista había golpeado con éxito el territorio norteamericano y numerosos intereses occidentales en países de mayoría musulmana. Pero, a pesar de varios intentos fallidos y con excepción de la campaña de atentados en Francia a mediados de los noventa, el Viejo Continente parecía de momento a salvo de los combatientes de la Yihad. Los atentados de Madrid suponen el fin dramático de ese sentimiento generalizado de seguridad.

Además de tratarse de un mismo terrorismo y obedecer a una misma estrategia terrorista, el 11-S y el 11-M tuvieron igualmente en común el hecho de que, tanto en Estados Unidos como en España, se infravaloró con anterioridad la amenaza y existió descoordinación entre las agencias de seguridad cuya labor conjunta bien podría haber impedido los atentados. En ambos países se reformaron a posteriori las estructuras de seguridad, para adaptarlas a los desafíos del terrorismo yihadista.
Así pues, el 11-S y el 11-M tuvieron en común ser expresiones del actual terrorismo yihadista y remitir, de dos distintas maneras, al núcleo central de Al Qaeda en Pakistán. Pero si esta última ideó, planificó, preparó y ejecutó por sí misma los atentados de Nueva York y Washington, los de Madrid denotaban que la amenaza del terrorismo yihadista en el mundo occidental estaba cambiando. Ya no procedía solo de Al-Qaeda, sino también de sus organizaciones asociadas, más idóneas para movilizar localmente recursos humanos y materiales adecuados a las condiciones del entorno en que atentar.

Por otra parte, los atentados de Madrid pueden interpretarse también como una prueba de notable agudeza política por parte del sistema de planificación de Al-Qaeda. En un análisis de cerca de cincuenta páginas, elaborado por miembros de la red terrorista y publicada en diciembre de 2003, se realizaba una valoración sobre la situación de la Yihad en Irak y se reflexionaba sobre el modo de lograr la retirada española del país.

El ataque en territorio español ha tenido unos efectos acordes con las expectativas de quienes redactaron dicho documento. Como la red también se caracteriza por poseer un sistema de lecciones aprendidas, es probable que se intente aplicar la misma fórmula a otros aliados europeos de Estados Unidos.



El resultado de las elecciones generales del 14-M estuvo determinado en buena medida por los ataques terroristas del 11-M, y no por un cambio de ciclo político. Pero este efecto 11-M, un hecho innegable a la luz de los datos disponibles, no deslegitima al gobierno salido de dichos comicios, sino al ejecutivo anterior, en la medida en que fue su estrategia respecto a la opinión pública durante la guerra de Irak la que creó una oportunidad única e irrepetible para los terroristas. El 14 de marzo, el PSOE ganó las elecciones generales con once millones de votos frente a 9,7 del PP. La participación fue del 77,26%, una de las más alta de la democracia. Tras lo cual el nuevo presidente José Luis Rodríguez Zapatero anunció al día siguiente que su primera medida sería retirar las tropas de Irak.



Los atentados provocaron  como contrapunto una decidida respuesta por parte de la sociedad española, cuando el 12 de marzo, 12 millones de españoles se echaron a las calles, en muestra de rechazo al terrorismo.



Recursos Electrónicos
CLOSA MONTERO, C. (2004): “Del 11-S al 11-M: el papel de España en la Unión Europea”,  Análisis del Real Instituto (ARI) nº 46
AVILES, J. (2004): “Ante la matanza de Madrid: la conexión con el conflicto iraquí, Análisis del Real Instituto (ARI) nº 65
NOYA, J. (2004): “Del 11-M al 14-M: estrategia yihadista, elecciones generales y opinión pública”,  Análisis del Real Instituto (ARI) nº 132
http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/Atentado11M
Manuel Jesús Rodríguez Mora

2 comentarios:

  1. Gracias, un artículo muy informativo y edificante. Creo que consigue dar un análisis atento, tratando con seriedad un tema difícil por su complejidad y profundas implicaciones sociales

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    1. Manuel Jesús Rodríguez Mora9 de marzo de 2015, 0:51

      La verdad es que si ha sido complicado tratar este tema, dada su cercanía en el tiempo, con todo lo que eso conlleva, pues si bien las fuentes de información son diversas hay que saber seleccionar las más acertadas, y es gratificante saber que he cumplido con los objetivos marcados

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