El término villa
proviene del latín, concretamente de la síncopa de vicula, diminutivo de vicus
que significa “granja, aldea”. Este término se aplica a la edificación de una
propiedad rural o fundus, aunque si
la villa se establecía en las
cercanías de la ciudad se le denomina fundus
suburbanus. Los autores antiguos utilizaban el término villa para designar cosas muy diferentes, ya que podía ser utilizado
para definir tanto una mansión señorial como una modesta construcción dedicada
a los trabajos agrícolas.
Para la arqueología
no siempre resulta clara esta identificación y suelen considerarse villas los asentamientos de mayor
superficie con restos constructivos importantes y elementos suntuarios. Por
debajo de esta categoría quedan numerosos asentamientos que pueden considerarse
casas de labor ya que, tanto su superficie como la importancia de los restos
arquitectónicos, son menores y los elementos suntuarios se encuentran ausentes
total o parcialmente. A pesar de ello,
el hecho de que se realicen trabajos agrícolas no permite hacer una
diferenciación entre ellos ya que todos los asentamientos rurales los realizan,
salvo aquellos exclusivamente residenciales que también se consideran villas.
Ambas funciones, residencial y agropecuaria son, por lo tanto, convergentes[1].
Características, tipologías y funcionalidad
Las villas romanas aparecerán durante el reinado de Augusto
como modelo de ocupación del territorio rural, lo que supuso el abandono
definitivo de los asentamientos ibéricos. Estas villas no sólo estuvieron
dedicadas a la agricultura, sino que en ellas se crearon zonas de recreo para
el disfrute de los habitantes de la misma. Durante el período republicano en
Hispania se produjo una serie de transformaciones en el sistema productivo, lo
que tuvo como resultado la implantación de un nuevo tipo de explotación
agraria: la villa. Durante el período Alto Imperial las villas se convertirán
en propiedades medianas, semiespecializadas y autosuficientes. Entre los siglos
III y IV las villas se especializarán y
se convertirán en complejos edificios de
producción, consecuencia directa de las crisis urbanas debido a las invasiones
franco-alemanas del siglo III o a los problemas surgidos por la Tetrarquía[2].
Las villas romanas en Hispania adoptaron variantes de
planificación diversas. En ellas lo urbano y lo rústico prevalecerán en mayor o
menor grado lo que impondrá a la villa un carácter de casa señorial o granja
agrícola. Otro caso particular serán las villas configuradas con el medio
marítimo que las rodea. Las similitudes de las villas hispánicas con villas de
carácter genérico han permitido la asignación de estas villas a tipos
definitorios, los cuales mostramos a continuación[3].
1. Villa de plan
diseminado
Este modelo consiste en la reunión de un número variable de
edificaciones domésticas o utilitarias erigidas con independencia dentro de la
villa. En la villa de plan diseminado, termas, graneros, establos,
instalaciones industriales y viviendas secundarias entre otros, forman parte de
la entidad de la villa, pero son funcional y arquitectónicamente construcciones
al margen de la edificación principal o mansión señorial. Encontramos dos modos
de disposición en la villa de plan diseminado: aquél en el que las
edificaciones carecen de un orden aparente y aquél en el que las edificaciones
se alinean a lo largo de un espacio abierto rectangular, de este último tipo
derivan las villas en forma de U o L, más generalizadas en el norte de Europa[4].
2. Villa
urbano-rústica
Este doble concepto que implica el término “urbano-rústica”
tiene como objetivo la justificación formal de los aspectos característicos de
la villa, por un lado, su finalidad agrícola y, por otro, su carácter de
habitación. Sería un tipo de villa en el que se asocian los caracteres
productivos (pars fructuaria) y los
residenciales (pars urbana), en el
que se transfieren al campo los requisitos de comodidad y decoración de la domus urbana.
La disposición más
usual en el área del Mediterráneo de este tipo de villa fue la centralizada en
torno a un peristilo, sin embargo, también estuvieron altamente representadas
aquellas villas que, conforme a una estructuración estrictamente funcional y rural,
aplicaron a las cámaras de habitación y departamentos termales los requisitos
decorativos de la casa en la ciudad observándose una ausencia del patio
porticado[5].
3. Villa residencial
Se trata de villas que, pese a haber sido excavadas, no se
conocen las dependencias de finalidad rústica, debido, principalmente, a la
recuperación parcial de su planta. Algunas de estas villas podrían definirse
como auténticas mansiones lujosas exclusivamente señoriales. Se trata de
edificios de construcción sólida, arquitectónicamente bien resueltos,
planificados con regularidad, decorados suntuosamente y plenamente acomodados a
la forma de vida en la ciudad.
Estas villas residenciales pueden agruparse en cuatro
grupos: el primero sería aquél en el que el desarrollo arquitectónico y
ornamental de las habitaciones de la villa desvelan el carácter señorial del dominus. En el segundo grupo estarían
presentes aquellas mansiones residenciales que por su limitación documental y
arqueológica permite desvelar su condición señorial debido a que se reduce
únicamente al núcleo de la mansión, sin descartar la existencia de un sector
servil y agrícola. El tercer grupo reúne a villas de apariencia señorial
aisladas geográficamente y de tipología arquitectónica indeterminada, cuya característica
principal es la ausencia de peristilo. El último grupo se corresponde con
aquellas villas donde lo único descubierto son las termas al no haberse
realizado una excavación completa de la villa[6].
4. Villa marítima
Las villas romanas de Hispania caracterizadas como marítimas
no responden a la realidad del prototipo de la misma, ya que estas villas se
caracterizan por tener un xystus y un
barrio marítimo. Sin embargo, hay un aspecto que si tiene en común una de las
villas hispánicas con las características de una villa marítima: la apertura al
mar mediante un pórtico. Esta villa hispánica se encuentra en la costa gallega
y se la conoce como la villa de Centroña
(Puentedeume, La Coruña). Esta villa cuenta con un pórtico columnado sobre un
acantilado a lo que se añade una rica ornamentación pictórica y estucada de la
unidad arquitectónica que se conoce, lo que la convierte en una residencia de
lujo marítima[7].
5. Villa con
establecimiento rústico
Son aquellas villas en las que sólo se conocen los espacios
de explotación agraria o industrial ya que, debido a la falta de datos
arqueológicos, no se conocen las habitaciones de residencia[8].
Una vez conocidas las tipologías más comunes de villas
romanas en Hispania, haremos una breve aclaración sobre el tipo de vivienda que
representaba la parte residencial de la villa en Hispania: la casa de planta
alargada y la casa de peristilo.
1. La casa de planta
alargada
Este tipo de casa presenta un único bloque compartimentado
más o menos en su interior, con un pórtico al frente y con o sin torres en la
fachada. Dentro de este tipo de vivienda podemos encontrar variantes como el
caso de: la villa encerrada en un rectángulo, en la que la construcción se
limita a un rectángulo compartimentado en su interior y cuyo origen se remonta
a la cabaña indígena prerromana; la villa de corredor, formada por un bloque
rectangular al que se añade una galería frontal con pórtico; la villa con
torres en la fachada, es una villa de corredor a la que se le han añadido dos
torres en las esquinas para realzar la fachada de la villa. Las torres no
solían sobrepasar la altura del edificio; la villa de pórtico es aquella que,
por su ubicación y monumentalidad, entra dentro del concepto romano de amoenitas locorum, aplicado a las villas
residenciales de lujo. Una característica clave de este tipo de mansión es que
se encuentra inmersa en el paisaje donde se encuentre; la villa de patio, es
aquella donde las distintas dependencias de labor y vivienda se establecen en
torno a un patio. Esta forma de organizarse cuenta con dos vertientes, por un
lado, el patio interior que actúa a modo de elemento integrador de todas las
edificaciones de la villa y, por otro, la villa que tiene las construcciones
anexas en un patio abierto y exterior que interviene como elemento unificador
de la misma[9].
2. La casa de
peristilo
Se trata de la vivienda de ámbito rural más extendida en
Hispania. Se caracteriza por ser una casa con un patio porticado generalizado
tanto en las casas residenciales como en las señoriales de núcleo de peristilo,
donde la columnata del peristilo es distintivo de lujo y ornamentación.
Este tipo de vivienda se subdivide en tres tipos dependiendo
del tipo de peristilo y la función que se le otorga: como espacio ajardinado
rodeado de pórticos, como patio rodeado de pórticos, donde el jardín es omitido
a favor de un patio porticado enlosado de tipología helénica y, por último, con
peristilo doble. Dentro de este tipo de vivienda podemos encontrar una serie de
variantes como son: la casa de atrio, que en la zona hispánica se presenta como
una unidad menor dentro de una edificación doméstica con un espacio central donde se ubica el
atrio; la casa de atrio y peristilo, es la continuación del modelo anterior
pero con la introducción de una columnata de origen helenístico[10].
Por último, haremos referencia a la funcionalidad de los
espacios dentro de la villa romana, es decir los espacios de habitación dentro
del sector señorial y aquellos establecimientos con función servil y
agrícola-industrial.
1. Espacios de
habitación
Las dos
habitaciones más destacables dentro de una villa señorial fueron el triclinio y
la sala de recepción. El triclinio es una pieza de recepción claramente
reconocible por la huella que en el suelo dejaron marcados los lecti triclinares o a través de algunos
detalles secundarios: acceso directo o casi directo desde el peristilo, entrada
tripartita, pavimento en forma de U y otros detalles complementarios como las
canalizaciones dependientes de los depósitos destinados al lavado de las manos
de los comensales. El salón de recepción u oecus
era una sala más amplia con una cabecera realzada en ábside o testero poligonal[11]. También encontramos
otros espacios de habitación menores, los cubicula,
de dimensiones reducidas y proporciones rectangulares, ordenados en hilera con
acceso desde el peristilo, pasillos de entrada o corredores de distribución. En
ocasiones el acceso no era directo y había que llegar a una habitación a través
de otra. Su función más directa era la de dormitorio[12].
2. Espacios serviles
y agrícola-industriales
Dentro de estos espacios podemos encontrar dos tipos de
dependencias: de utilidad doméstica y con finalidad agrícola. Las primeras
tenían una apariencia más rústica que el resto de dependencias de la villa,
esto hace suponer se correspondían con las habitaciones del personal al
servicio de la finca o a los espacios utilitarios de la casa como el horno, la
cocina o la bodega. En cuanto a las segundas, se utilizaban principalmente para
el almacenaje de cereal, de vino o de aceite, aunque también podían encontrarse
estancias destinadas a: prensar aceite o uva, graneros, establos e incluso a
zonas de fundición y hornos de cerámica[13].
Bibliografía
[1] ARASA I GIL, F. (2003): "Las villas: explotaciones
agrícolas", en GOZALBES FERNÁNDEZ DE PALENCIA, M., ALBIACH DELSCALS, R. y
BONET ROSADO, H. (coors.): Romanos y
visigodos en tierras valencianas, Valencia, p. 161.
[2] GARCÍA LERGA, R. y RUÍZ SÁNCHEZ, A. (2004):
"Aproximación al estudio de las villas romanas en España. Las villas de
Albacete, Ciudad Real y Toledo", en Arse:
Boletín anual del Centro Arqueológico Saguntino, nº 38, p. 208.
[4] FERNÁNDEZ CASTRO, Mª C. (1982): Villas romanas…, p. 64.
[5] FERNÁNDEZ CASTRO, Mª C. (1982): Villas romanas…, pp. 69-70.
[6] GARCÍA LERGA, R. y RUÍZ SÁNCHEZ, A. (2004):
"Aproximación al estudio de las villas romanas en España. Las villas de
Albacete, Ciudad Real y Toledo", en Arse:
Boletín anual del Centro Arqueológico Saguntino, nº 38, pp. 210-211.
[7] FERNÁNDEZ CASTRO, Mª C. (1982): Villas romanas en Hispania. Madrid, pp. 134-135.
[8] GARCÍA LERGA, R. y RUÍZ SÁNCHEZ, A. (2004):
"Aproximación al estudio de las villas romanas en España. Las villas de
Albacete, Ciudad Real y Toledo", en Arse:
Boletín anual del Centro Arqueológico Saguntino, nº 38, p.212.
[9] GARCÍA LERGA, R. y RUÍZ SÁNCHEZ, A. (2004):
"Aproximación al estudio de las villas romanas en España. Las villas de
Albacete, Ciudad Real y Toledo", en Arse:
Boletín anual del Centro Arqueológico Saguntino, nº 38, pp. 213-215.
[10] GARCÍA LERGA, R. y RUÍZ SÁNCHEZ, A. (2004):
"Aproximación al estudio…”, pp. 215-216.
[11] FERNÁNDEZ CASTRO, Mª C. (1982): Villas romanas en Hispania. Madrid, pp. 202-204.
[12] FERNÁNDEZ CASTRO, Mª C. (1982): Villas romanas…, pp. 209-210.
[13] FERNÁNDEZ CASTRO, Mª C. (1982): Villas romanas…, pp. 217-219.
Ana
Sánchez Delgado
¡Qué gran aportación! Voy a compartirlo por las redes
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