domingo, 8 de marzo de 2015

LA PARTICIPACIÓN ANDALUZA EN EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA




En el descubrimiento, explotación y posterior conquista y colonización de las Indias occidentales no es casualidad que las expediciones partieran de la costa Atlántica de Andalucía. Por razones obvias, Andalucía era la región predestinada para protagonizar el primer encuentro entre ambas orillas del Océano Atlántico.

Andalucía es a la vez Mediterránea y Atlántica y su carácter Atlántico resalta mucho en la época del descubrimiento. Esta zona estaba constituida por los tres reinos cristianos, Sevilla, Córdoba y Jaén. La conquista del Reino de Granada fue larga y laboriosa de manera que sólo en fechas tardías se configuró a Andalucía en sus dimensiones actuales.


Esa Andalucía baja, Bética o Atlántica estaba orientada hacia el océano con dos comarcas litorales de intensa vitalidad, al Oeste la correspondiente entre Palos y Ayamonte y al Este el litoral gaditano desde Sanlucar de Barrameda hasta Gibraltar.

Las actividades de este litoral se centraban en el aprovechamiento de su riqueza pesquera y el tráfico mercantil, encabezado por Sevilla y la bahía gaditana, mientras que los marineros de la villa del litoral onubense (Palos, Huelva, Moguer, Lepe, Gibraleón) bien alistados en los negocios de la mar, tripulantes desde siempre en pequeñas embarcaciones que se internaban en el Atlántico, llegaban hasta las costas de Guinea, pero no sólo realizaban incursiones a África, sino también a Las Canarias.

En estas circunstancias encontramos a los marinos del descubrimiento y de la Carrera de Indias. Para ello fue imprescindible la misión de Las Canarias, que sirvió para dotar de ese espacio marítimo de la amplitud necesaria frente a los esfuerzos de los portugueses por controlar la ruta del Atlántico.

La excepcional ubicación de la costa andaluza desde Gibraltar hasta Ayamonte, respecto al aprovechamiento de vientos y corrientes fue otra de las razones que hizo a los puertos andaluces eje vital de la acción descubridora y posteriormente de toda la actividad comercial de la Carrera de Indias.

La posición de Las Canarias fue fundamental como punto de partida, ya que ahí repostaban todas las naves que iban a las Indias. El viaje hacia América en las mejores condiciones podría tardar más o menos un mes y medio, pero el regreso podría ser más largo, porque habría que buscar latitudes más septentrionales hasta lograr vientos favorables.

Ahora bien, de nada hubiera servido el conocer los vientos, las corrientes y la experiencia de los marineros de la baja Andalucía, sin la existencia de una infraestructura adecuada de producción, sobre todo, agrícola, de comunicaciones y financiera.

A las puertas del descubrimiento, Andalucía era una región próspera y bien capacitada para desempeñar el papel de la gran protagonista. Buena prueba de ello, lo encontramos en sus magníficas construcciones señoriales, su activo comercio, su cosmopolitismo destacando la presencia de familias flamencas e italianas y entre estos especialmente genoveses, los Beraldi, Centuriones, Vivaldi y Espínola, muchos de los cuales participaron en las empresas descubridoras o del tráfico atlántico, y es que en Andalucía se respiraba ya por estos años los vientos del precapitalismo, gracias a su temprana red bancaria.

En la primavera de 1485 llegó a Andalucía un curioso personaje, que decía poseer un gran secreto, era Cristóbal Colón, un italiano, seguramente genovés, que después de ser rechazado en la corte de Juan II de Portugal decidió tomar fortuna en la de los reyes castellanos, buscando el apoyo necesario para emprender lo que él mismo llamaba “la empresa de las Indias”.

Este misterioso personaje se veía retratado por sus contemporáneos como un hombre bien formado, de mediana estatura, cara larga, las mejillas un poco altas, nariz aguileña, ojos grises, en su mocedad tuvo el cabello rubio, pero a los 30 años ya lo tenía blanco.

Gonzalo Fernández de Oviedo también lo conoció y nos ha dejado una descripción diciendo: “era un hombre de buena estatura y apariencia, más alto de lo común, con fuertes miembros, vivaz en los ojos, de cabello rojo y cara rojiza, y elegante en el discurso”.

Colón en compañía de su hijo Diego abandona Portugal y se dirige a Andalucía. Uno de los primeros lugares visitados fue Huelva, para dejar a su hijo con sus concuñados, los Muliart. Luego tal vez, visitó la villa marinera de Palos de la Frontera para recabar información a los monjes franciscanos de la Rábida, que tan informados estaban de la expansión por el Atlántico. Allí se entrevistó con importantes personajes como fray Juan Pérez, fray Antonio de Marchena, etc.

Otro de los lugares visitados para poner en marcha su proyecto fue Sevilla, allí entró en contacto con los Beraldi, Centuriones, Espínola, Vivaldi, etc. Además, también buscó apoyo en dos casas andaluzas importantes: Medinaceli y Medina-Sidonia.

Los Reyes Católicos reciben en audiencia a Colón el 20 de enero de 1486, expone su proyecto ante una junta de expertos, pero es rechazado y Colón se marcha, no sin antes conocer en Córdoba a la que será su segunda mujer, Beatriz Enríquez de Arana, la cual le dará a su segundo hijo, Hernando Colón.

Colón se instala definitivamente en la villa gaditana del puerto de Santa María y para sobrevivir se dedica a vender libros manuscritos, además de una renta que la Reina le concedió anualmente.

Finalmente, los Reyes Católicos le conceden una nueva audiencia en Granada donde gracias a Luis de Santángel consigue aprobarse el proyecto, y se firman el 17 de abril de 1492 las Capitulaciones de Santa Fe. A partir de aquí, Colón vuelve a Palos donde empieza a preparar todo para el viaje.

Taviani nos relata el escenario palermo antes del descubrimiento como un municipio con unos 600 habitantes, situado en la desembocadura del río Tinto, eran gentes sencillas que vivían de la mar. Huelva, Palos y Moguer formaban una ofensiva común contra los piratas berberiscos.

Palos fue elegido por Colón como lugar de salida, ya que Cádiz no podía ser, porque por ahí se estaban expulsando a los judíos. Entonces, una parte de la villa de Palos tuvo que ser comprada por los Reyes, para convertirla en una villa de realengo, porque si no era así la expedición no podría realizarse en Palos, por lo tanto los Reyes compraron al duque de Medina-Sidonia la parte del puerto de Palos por 16.400.000 maravedíes.

Los frailes franciscanos aportaron gran ayuda a Colón, consiguiéndole dos carabelas, la Pinta y la Niña y una nao la Santa María, pero fue difícil reclutar a la población, y fue gracias a Martín Alonso Pinzón, que se consiguió reclutar a la tripulación, por lo que se convierte en un personaje clave en el descubrimiento.

En este viaje fueron miembros conocidos en esta villa como Vicente Yáñez Pinzón, Francisco Martín Pinzón, Juan Niño, Alonso Niño y algunos presos que obtuvieron permiso real, Bartolomé Torres y tres amigos suyos.

El viaje fue financiado por los Reyes Católicos, los Pinzones y los Beraldi, y la expedición ascendió 2.000.000 de maravedíes.

El tres de agosto salió la expedición de la Isla de saltés y el 11 de octubre Juan Rodríguez Bermejo, marinero de Lepe, gritó “TIERRA”, al que se le ha designado erróneamente el nombre de Rodrigo de Triana. El 15 de marzo estaban de vuelta en Palos donde se les recibió con gran entusiasmo.

Fuente
Conferencia sobre: “El descubrimiento y la plataforma andaluza”, IV Jornadas de Historia sobre el Descubrimiento, celebradas en Palos de la Frontera, Huelva los días 28 y 29 de marzo de 2008.
Noemí Raposo Gutiérrez

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