Hoy
hablaremos sobre la mujer indígena durante el colonialismo hispánico,
basándonos en el artículo de Ann Twinam y en segundo lugar trataremos algunos
factores que contribuyeron a la destrucción de las Indias, siguiendo el estudio
de Irene Silverblatt.
Es
interesantísimo adentrarse en el organigrama social durante el colonialismo
hispánico; en el que el valor imperante en la élite social era sin duda el
honor y la reputación que intentaban mantener de cara al público tanto las
mujeres como los hombres de alcurnia. Los mecanismos
que llevaron a cabo éstas élites para salvaguardar su estatus social son verdaderamente impresionantes de analizar, y de entre todos los secretos y ocultamientos que cubrían el tejido social durante esta época, lo que ha llamado poderosamente mi atención es lo anquilosada y cerrada que llegaban a mostrarse las familias nobiliarias para defender la reputación de una hija o cualquier pariente frente a la hostilidad de la sociedad hispano-americana. A raíz de esto la autora, nos adentra en dos mundos totalmente diferentes, que es la imagen que daba una persona de cara al público y la que realmente tenía la mostraba en su círculo privado, para evitar el deshonor social. Ann Twinam, nos ilustra con dos grandes casos de mujeres de alcurnia que mantuvieron relaciones sexuales fuera del matrimonio (una por no estar casada y la otra por ser viuda), ambas quedaron embarazadas y dieron a luz a dos hijas ilegítimas. Una situación como ésta, en una sociedad en la que la norma mandaba castidad y continencia a todas las mujeres no casadas, era un auténtico peligro que hacía tambalear la condición social no sólo de la mujer sino de toda su familia y lo más grave, desde mi punto de vista, era que se trasmitía durante generaciones.
que llevaron a cabo éstas élites para salvaguardar su estatus social son verdaderamente impresionantes de analizar, y de entre todos los secretos y ocultamientos que cubrían el tejido social durante esta época, lo que ha llamado poderosamente mi atención es lo anquilosada y cerrada que llegaban a mostrarse las familias nobiliarias para defender la reputación de una hija o cualquier pariente frente a la hostilidad de la sociedad hispano-americana. A raíz de esto la autora, nos adentra en dos mundos totalmente diferentes, que es la imagen que daba una persona de cara al público y la que realmente tenía la mostraba en su círculo privado, para evitar el deshonor social. Ann Twinam, nos ilustra con dos grandes casos de mujeres de alcurnia que mantuvieron relaciones sexuales fuera del matrimonio (una por no estar casada y la otra por ser viuda), ambas quedaron embarazadas y dieron a luz a dos hijas ilegítimas. Una situación como ésta, en una sociedad en la que la norma mandaba castidad y continencia a todas las mujeres no casadas, era un auténtico peligro que hacía tambalear la condición social no sólo de la mujer sino de toda su familia y lo más grave, desde mi punto de vista, era que se trasmitía durante generaciones.
Ante
semejantes consecuencias, no me extraña que se generasen mecanismos tan férreos
para defenderse. Por otra parte, me
parece sumamente interesante la relación tan fuerte e íntima que mantenían los
sirvientes plebeyos con sus señores, hasta tal punto, que nuestra autora nos
dice lo siguiente:
“Los
plebeyos relacionados podían ser parte también de tales conexiones privadas.
Por lo general eran sirvientes o empleados que vivían con la familia y conocían
sus secretos. Ya sea por afecto o lealtad o por miedo de represalias si
filtraban información escandalosa, estos plebeyos también mantenían la división
privado/público”[1].
Tras
leer por primera vez este fragmento, una
persona no versada en esta materia, como
es mi caso, lo primero que piensa es que esos sirvientes podrían chantajear a
sus señores para conseguir sus propios fines. No obstante, ese pensamiento es
una forma muy simple y reduccionista de ver estos acontecimientos. Todo es
mucho más complejo y creo que un plebeyo/a
al servicio de una gran familia era un auténtico privilegiado, más
cuando en la América colonial imperaba una desigualdad socio-racial extrema, en
la que “la presencia física de un bebé
de origen desconocido se aliaba a las ambigüedades generales de raza y clase”[2].
Los empleados, estaban en cierto modo respaldados por esas familias, por lo que
ellos tenían la obligación de proteger esa información que se ocultaba al
público. No obstante, cabe pensar, que de la multitud de casos que se dieron en
la época colonial, habría algunos sirvientes que filtrasen información.
Por otra
parte, también es muy interesante el contraste que existe entre la imagen
público/privado de las familias de alcurnia y las familias de clases bajas. Estas
últimas, al carecer de ese ideario honorifico de los nobles, no tenían por qué
soportar el yugo de perderlo; pero esto no quiere decir que estas clases no
tuvieran sus propios mecanismos para ocultar sus acciones frente a la sociedad.
El texto
me ha trasmitido la sensación, de que las familias plebeyas fueron un auténtico
colchón en la que se ampararon las familias de alcurnia para salvaguardar su
estatus. Por ello, la autora dice que “tanto los casos mexicano y peruano ponen
de manifiesto que el concepto de público y privado formaban parte de la
mentalidad de la plebe como de la élite”[3].
No obstante, aún mantengo la duda sobre qué intereses pedirían esas familias
plebeyas, que se hacían cargo de un bebé ilegítimo entregado por una familia
nobiliaria. Pienso que si la autora no se ha detenido en ese punto, será porque
el silencio en las fuentes es mucho mayor.
Veamos ahora algunos factores que
contribuyeron a la destrucción de las Indias, analizando el trabajo de Irene
Silverblatt.
Es un texto bastante duro, en el que se nos
muestra la destrucción de toda una civilización, de una tradición cultural, de
unas creencias de un pueblo y la depravación de todo el sistema establecido
antes de la conquista de los españoles. A lo largo de todo el texto,
Silverblatt va contrastando el modo de producción indígena con el impuesto por
los españoles, incidiendo sobre todo en la mujer. Según nos cuenta, la
explotación llegó a ser extrema, incluyendo a mujeres, niños y ancianos. El
regreso de Quetzalcóatl se había hecho realidad y las
Indias estaban evocadas a la destrucción.
Por otra parte, el sistema de explotación
impuesto por los españoles llevaba a los indígenas a callejones sin salida, en
los que se veían obligados a contribuir ellos mismos a la degeneración de su
propio pueblo. La autora pone dos ejemplos magníficos; el primero es que los
hombres indígenas ante la imposibilidad de pagar los tributos, debido a que sus
tierras no producían lo suficiente, querían abolir la ley andina que daba a la mujer
el derecho autónomo sobre la tierra[4].
El segundo es la depravación a la que estuvo sometida la mujer indígena en
época colonial, llegando a convertirse en extrañas y en parias para sus propias
comunidades. Al depender de los españoles y de sus colaboradores, la mayor
parte de ellas no tuvo otra opción que participar en su propia degradación[5].
Esto son dos ejemplos de la multitud con la que nos ilustra la autora sobre la
destrucción de las Indias.
La explotación de los indígenas en época
colonial, es un tema que los investigadores han enfocado de multitud de
perspectivas, si bien Spalding señaló que el campesinado indígena percibió al
régimen tributario hispano como doblemente explotador, en comparación con el
sistema andino anterior a la conquista[6];
investigadores como Jesús María Añoveros analizan la explotación indígena desde
el punto de vista eurocentrista, diciendo frases como:
“[…] los
beneficios materiales de la metrópoli no
fueron tantos como se suele pensar y que los beneficios materiales sembrados en
América fueron muchos más de los que pudiéramos imaginarnos”[7].
Personalmente,
no estoy de acuerdo con este tipo de enfoque y en contraposición me quedo con
frases como la de un español del siglo XVI que observó la cruda realidad y
dijo: “No es plata lo que se lleva a España, sino el sudor y la sangre de los
Indios”[8].
No
obstante, también es necesario contar
con diversas perspectivas para comprender mejor lo que pudo ser la vida en la
América colonial.
Por otra
parte, la situación en la que se encontraba la mujer indígena en aquel tiempo
era inhumana y sabemos muy bien de ello, gracias a Guamán Poma de Ayala quien
fue un testigo directo de los acontecimientos y creo que los historiadores
debemos mucho a esta figura y a su obra.
En
conclusión, el texto creo que se ciñe muy bien al régimen de explotación indígena colonial. Silverblatt, al igual que
Ann Twinam, es una gran profesional que
analiza, compara e interpreta los diferentes acontecimientos históricos
de forma empírica y rigurosa.
Bibliografía
GARCÍA
AÑOVEROS, J. Mª. (1982): “La Fuerza de
Trabajo del Indígena Americano en las épocas Prehispánica y Virreinal”, Quinto Centenario. América: Economías.
Sociedades, Mentalidades, vol. 3, Madrid,
pp 87-108.
TWINAM, A.
(2004): “Estrategias de resistencia: manipulación de los espacios privado y
público por mujeres latinoamericanas de la época colonial”, Las mujeres en la construcción de las sociedades latinoamericanas.
Madrid, pp. 251-269.
SILVERBLATT,
I. (1993): “Mujeres del Campesinado
en el Alto Perú bajo el Dominio Español”, Mujeres
invadidas. La sangre en la conquista de América, vol. 12, Madrid, pp.
29-46.
[1] TWINAM, A. (2004): “Estrategias de resistencia: manipulación
de los espacios privado y público por mujeres latinoamericanas de la época
colonial”, Las mujeres en la construcción de las sociedades latinoamericanas.
Madrid, p. 257.
[4] SILVERBLATT, Irene. (1993): “Mujeres del Campesinado en el Alto Perú bajo el Dominio Español”,
Mujeres invadidas. La sangre en la
conquista de América, vol. 12, Madrid, p. 54.
[7] GARCÍA AÑOVEROS, Jesús María. (1982): “La Fuerza de Trabajo del Indígena Americano en las
épocas Prehispánica y Virreinal”, Quinto
Centenario. América: Economías. Sociedades, Mentalidades, vol. 3. Madrid, p. 104.
Juan Antonio González
González
No hay comentarios:
Publicar un comentario